POLÍTICAS AUTOINMUNES

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La naturaleza es sabia, no seré yo quien lo ponga en duda, pero también ella tiene sus cosillas. A veces, las defensas del cuerpo reaccionan de una manera desproporcionada contra aquello que pretenden defender, causando daños considerables. Las alergias, por ejemplo, se producen porque se desata la respuesta inmunológica ante una amenaza tan liviana como el polvo, los ácaros o los pelos de gato. Las enfermedades autoinmunes son aquellas que provocamos nosotros mismos, al detectar como amenaza lo que objetivamente no lo es, y en ese afán defensivo, somos nosotros las únicas víctimas. En el caso de enfermedades como el lupus eritematoso sistémico las consecuencias pueden ser muy graves, incluso mortales.

El lunes leía en prensa que un partido denominado Finlandeses Auténticos se había aupado hasta el tercer puesto en las elecciones de ese país nórdico y podía convertirse en la llave del próximo gobierno. Esta formación de ultraderecha se muestra especialmente beligerante con los inmigrantes y se opone frontalmente a que Finlandia acuda al rescate de sus socios europeos con problemas económicos. De hecho, cuestionan incluso la permanencia de su país en la Unión Europea, de la que dicen es la causa de buena parte de sus males. Parece ser que el sistema inmunológico del señor Timo Soini (que es como le llama el líder de esta formación extremista) a detectado una amenaza en el concepto de Europa, y sus defensas se han puesto a trabajar para eliminar el "problema".

¿Pero realmente Finlandia está en condiciones de enfrentarse sola a los retos del siglo XXI? La lógica de estos políticos populistas y manipuladores es, al parecer, tan simple como efectista. Si antes estábamos mejor y nosotros seguimos siendo los mismos, la culpa ha de ser de los demás, de los inmigrantes, de los pobres, de quienes están a nuestro lado con el único propósito de chuparnos la sangre. Lo que nadie parece advertir, o si lo hacen simplemente miran para otro lado, es que algo sí ha cambiado. El escenario actual es completamente distinto al que había hace unos años, y Europa no está muy bien posicionada para afrontar esta situación, aunque tendría alguna posibilidad de conseguirlo si de una vez por todas se decide a trabajar como una unidad. Intentar salvar nuestro cuello hundiendo al vecino (o permitiendo que se hunda), sólo conseguirá que todos acabemos mordiendo el polvo.

Tengo un amigo en cuyo edificio alquilaron un piso a un grupo de personas que no tenían el más mínimo interés por respetar unas normas mínimas de convivencia. Al dueño del inmueble solo le preocupaba cobrar a fin de mes, y desoyó las peticiones del resto de vecinos. Pronto la convivencia se hizo insoportable, y varios propietarios decidieron poner en venta sus pisos para buscar otro lugar donde vivir. El ejemplo cundió, y bajo la consigna de "¡tonto el último!", pronto todas las viviendas estaban en venta o alquiler. Resultado: los precios se desplomaron y todos lo que consiguieron vender lo hicieron muy por debajo del precio y a personas con tan pocos principios como las que iniciaron el problema. La mayoría, entre los que se encontraba mi amigo, ni siquiera pudieron malvender y tuvieron que quedarse a vivir en ese infierno.

Quizá Finlandia posea un ático amplio y bien acondicionado, pero si sus vecinos se arruinan o se marchan, en poco tiempo la que ahora es una vivienda de lujo acabará por convertirse en una chabola. Seguro que ha habido algún propietario que no lo ha hecho bien, pero negar que su problema es también nuestro problema es no querer ver, o querer aprovecharse de quienes no están en condiciones de verlo.

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